domingo, 13 de septiembre de 2009

Dar la espalda a uno mismo (actualizado)

Hace ya varios meses leí la trilogía Memorias de Idhún, de Laura Gallego. Es una historia de fantasía épica, con magos y dragones. Yo esperaba que no tendría el profundo significado que para mí tuvieron hace ya años las Crónicas y las Leyendas de la Dragonlance. Ahora sé que no están bien escritas, y conozco el decepcionante origen de la historia, pero fueron unas lecturas que realmente me impactaron.

Bueno, pues la trilogía de Idhún es una historia que plantea muchas ideas interesantes. La que quiero comentar hoy está relacionada con el odio entre los dragones y los sheks. Los dioses los han creado así: con un odio mortal de unos hacia los otros. Hasta que algunos sheks se replantean la cuestión. Le dan la espalda a ese odio, tratan de superarlo mediante la razón, y llegan a prestar al bando de los dragones una ayuda que permite pacificar ese mundo.

¿Qué pasaría si hiciésemos lo mismo en la vida real? Por ejemplo: el diablo no será trigo limpio, pero ¿por qué debo servir a un dios que tras crearme me ha dejado tirado en este valle de lágrimas? No puedo vivir sin esa chica, pero voy a irme con ese chico que me necesita más. Estar en casa sin hablar con nadie no me sienta bien, pero voy a seguir haciéndolo porque es lo adecuado según mi manera de pensar. Y así...

Supongo que el cambio personal tiene unos límites que variarán de una persona a otra, y en cada persona a lo largo del tiempo. Y que habrá que estar atentos a la aparición de desequilibrio mental y neurosis, como síntomas de que hemos llevado demasiado lejos nuestra capacidad de elección.

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